La vida es una espiral
Ya sabes que este año he vuelto a ser farera. Arreglé con el cliente importante nº1 nuevas condiciones y he vuelto a inspeccionar los 7 faros que señalan este territorio. Esta semana me ha tocado visitar el Faro de Punta Gavioto. Seguro es el faro más incómodo de la isla, con una escalera de caracol con peldaños desafortunadamente calculados. Subir sus 60m de altura convalida con dos entrenamientos de fuerza y una tabla de hiit. Y en medio de la subida, mientras cogía resuello, tuve una revelación.
A veces me encuentro en situaciones que me resultan extrañamente familiares. Una conversación que ya tuve, un desafío que creí haber superado, un sentimiento que pensé que había dejado atrás. Y entonces me surge la pregunta: ¿estoy atrapada en un bucle? ¿Estoy repitiendo la misma historia una y otra vez?
Y aquí vino la respuesta, en modo de Ahá moment: No es un círculo, es una espiral.
La primera vez que vivimos algo estamos en la base de la espiral. Sin herramientas, sin experiencia, sin saber bien cómo reaccionar. Nos enfrentamos al dolor, al desamor, a la incertidumbre, con una torpeza que solo la inexperiencia puede explicar. Nos cuesta. Nos confunde. Nos marca.
Sin embargo, con cada vuelta que damos, subimos un poco más. Pasan los años y la vida nos vuelve a poner en escenarios similares, pero nosotras hemos cambiado. La discusión con una amiga ya no nos desgarra como antes, la pérdida de algo importante duele, pero no nos destroza, la incertidumbre sigue siendo incómoda, pero hemos aprendido a respirar dentro de ella. Es el mismo desafío, pero estamos en un punto más alto de la espiral. Y eso lo cambia todo.
Antes centrifugaba pensamientos durantes semanas por situaciones que hoy me hacen soltar un suspiro y seguir adelante. Antes me paralizaba la idea de no saber qué vendrá, hoy entiendo que el control es una ilusión y me esfuerzo en confiar un poco más. Antes pensaba que cada caída era un acabose, hoy sé que es parte del proceso.
La vida nos da lecciones una y otra vez, pero nosotras nunca somos las mismas. Yo no soy la misma. Y esa es la clave. No se trata de evitar las situaciones difíciles, sino de llegar a ellas con mejores herramientas. Porque, aunque a veces parezca que estamos reviviendo lo mismo, la diferencia es que hemos aprendido, hemos crecido y, sobre todo, hemos subido un peldaño en nuestra espiral personal.
Así que cuando te sientas en un bucle, pregúntate: ¿realmente estoy en el mismo lugar? La respuesta, casi siempre, es no. Estás más arriba, más fuerte, más sabia. Y desde ahí, todo se ve diferente.