El cuento de Constanza
Recuerdo perfectamente como conocí a Constanza.
Me acababa de abrir una cuenta en Instagram, aquello estaba nuevito y yo no conocía a nadie ni sabía bien cómo era la vaina. Buscando, supongo, encontré la cuenta de una chica de aquí, que realmente no conocía. Tenía fotos de su boda y unas fotos sentada en la playa que todavía conserva como foto de perfil.
Le di a seguir, y a los pocos días me cuadró que estaba haciendo un video en directo. No recuerdo con qué o de qué. No sé en qué momento descubrí que había estudiado con mi hermana, y que trabajaba en el cole donde mi hija estudiaba. Fue todo un descubrimiento.
Nos seguíamos mutuamente y cuando nos encontrábamos en el cole nos saludábamos con timidez.
Hasta un día en el que ella llevaba un jersey de LucíaBe. Ahí supe que la conexión iba a ser real.
La primera vez que hablamos fue en enero de no recuerdo qué año. Ese día yo dije por IG que había terminado un jersey y me lo iba a poner directamente, sin bloqueo ni nada. Cuando me vio en el cole me dijo algo así como: terminado y estrenado.
Lo que vino después de eso fue mucho whatsapp y la sensación de que mis neuronas empresariales se volvían locas con ideas en cuanto comenzaba la conversación. Tenemos varias empresas montadas, aunque todavía no estén en este plano material. En el que están son prósperas y nos generan pingues beneficios.
Se convirtió en lectora beta y después del Manual de Verano me compartió un cuento que había escrito. Aunque no fue hasta casi un año después en el que la acorralé y la obligué a publicarlo. Ella dice que la he ayudado, la verdad, no sé a qué. Solamente le he señalado las puertas en las que tenía que tocar, a hacer unas pocas cuentas, y darle unos plazos que tuviera que cumplir. Y con lo que me gusta a mi organizar, este proceso ha sido un regalo. Tanto lo he disfrutado, que ya hay otras dos escritoras con su libro en ciernes que me están dejando acompañarlas.
Constanza escribió el cuento, ella encontró a la mejor ilustradora para dibujarlo, y ella ha corrido con todos los gastos del proceso.
Como te digo, yo solo he estado aquí, para darle un toque cada vez que se cagaba de miedo o se le llenaba el tarro de cuestiones tremendísticas.
“Mi amigo Masin” es el primer cuento de Constanza, y las dos sabemos que no va a ser el último. No deberías de perdértelo, contáctala que ella te dice como te lo hace llegar.